Me acuerdo del primer día que viniste a casa, eras sólo un cachorrillo, una preciosa bolita de pelo. Nos caímos muy bien desde ese día que te fuimos a recoger a la tienda y te traje a tu nuevo hogar entre mis brazos. Esa noche me quedé estudiando hasta tarde en el estudio y recuerdo cómo empujaste con tu hocico tu camita hasta mis pies y ahí te quedaste. Ése fue el primero de tantos grandes momentos que me has dado y el inicio de una preciosa amistad.
En estos momentos de soledad que da la oposición se me hace mucho más ameno sentirte a mi lado, pero no sólo estás a mi lado cuando estudio sino que me "persigues" a lo largo y ancho de toda la casa y me encanta, jeje.
Hoy la entrada va dedicada a la cosita más bonita del mundo, mi pequeño y fiel amigo.
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